domingo, 9 de octubre de 2011

El tesoro de tener manos

Haciendo un recorrido por cada parte de nuestro cuerpo, diré que a una de ellas no la valoramos tanto como deberíamos, más bien no le prestamos la atención que merecen. Son nuestras manos. Recordando tiempos pasados, quiero hacer una mención especial a las manos de los bebés. Y que mejor ejemplo, que las manos de los niños de mi familia. Recuerdo las manitas de mi hermano recién nacido, gorditas muy gorditas en las que los deditos parecían pequeños buñuelos  unos pegados de otros. Quizás lo más curioso era que el dedo pulgar fue más gordo que lo demás y permanecía casi siempre dentro de su boca. Luego, con el paso de los años vino mi primo, con unas manos bastantes similares, arrugaditas y blanquitas. En fin todas las manos de bebés son preciosas, limpias y esperando a tener una historia que contar. Sin embargo, las manos más especiales que hay son las  de nuestros abuelos y personas mayores. Algunas arrugadas simulando unas pasas, otras con manchas y cansadas de el paso del tiempo, de los años que han pasado cocinando, cociendo, cuidando animales, criando hijos etc.… todos tenemos manos, pero creo que ninguna es igual a otra. Siempre hay una que destaca por sus enormes dedos, por su pequeñez o simplemente por las historias que dejaron marca sobre ellas y que permiten que nosotros podamos conocerlas un poco más, sabiendo las dificultades, penas y alegrías que tuvieron que haber pasado cuando empezaron siendo unas pequeñas y hermosas manos de bebé, al igual que las de mi hermano y mi primo.

                           

4 comentarios:

  1. Ya conocía yo el tesoro de estas manos. Bonita semblanza de manos amadas.

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  2. mmm ... definitivamente las manos pueden hablar tanto....

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  3. tienes toda la razón la cuestión es aprender a escucharlas.

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  4. Hermoso relato, hermosas manos de los que esculpí ya hace muchos años.
    Manos que necesito cada día, manos que amo y atesoro bajo la almohada. Benditas estas manos que escriben y esconden caricias.

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